¡ A la lectura por la ruptura !

Imagina un grupo de jóvenes amigos. Imagina que el lazo que les une, el principal, es que escriben y leen, sobre todo leen, como posesos, y que recitan en voz alta mientras hacen la comida o son detenidos por motivos varios, y que leen en la ducha, aunque solo libros de poemas, exactamente igual que Ulises Lima (uno de los poetas errantes de Los detectives salvajes). Imagina que ese grupo de lectores/escritores/creadores se reúne periódicamente, y que de esas reuniones sale una proclama: meter libros, como cuñas, en las fallas del sistema, para que así, como ¿Arquímedes?, ¿Euclides?, ¿Pitágoras?, hacer de la lectura un punto de apoyo para mover el mundo (que no es poco...).

Imagina, y recuerda que siempre es bueno imaginar, imagina ―te digo― que la gente poco a poco recuperase su vida a través de esa sutil forma de morir que es el ejercicio/sacrificio de la literatura. Ahora imagina que ese grupo de jóvenes (o ya no tanto) de los que hablábamos al principio forman un grupo de animación a la lectura disidente, y luego piensa, por ejemplo, en el nombre que esa pandilla de jóvenes le han puesto al grupo. Imagina... Quizá alguno de vosotros haya sospechado que ese grupo se llama Colectivo de Animación a la Lectura (Disidente) “Guy Montang”.