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Muchos días empiezan cuando aún
no han empezado, y hay crepúsculos que acaecen con muchas jornadas de retraso.
No es posible encontrar a alguien sin correr el riesgo de no
reconocerlo.
Leo a Borges, y pienso: después
vino Videla. Leo a Cortázar: luego fue Massera. Tras Roberto Juarroz, Alfredo
Astiz. Después de Porchia y de Sabato, la Escuela Mecánica de la
Armada.
Eufonía y masacre, lírica y
tortura. Las letras de este siglo no pueden olvidar ni por un segundo su
contigüidad con el horror. No para atormentarse en jardines insomnes, no para
desangrarse en raíces inacabables: sólo para calibrar adecuadamente la solidez
del terreno que se pisa. Y para no llamarnos a engaño cuando el fétido hedor nos
golpea la nuca nuevamente.
3
Durante muchos años, para mucha
gente, Gelman no sólo era la voz enramada en la poesía más libre y limpia: era
también un referente moral. En un segundo momento, muchos lectores nos dimos
cuenta de que su calidad moral tenía que ver no sólo con su ejemplar combate
político y con su ejemplar trabajo de duelo por los compañeros y compañeras
asesinados, sino con la manera de enfrentarse al lenguaje: interrogando las
falsas certidumbres, removiendo los grumos solidificados, despertando los ecos
insospechados, cuestionando las ideologías implícitas.
Se ve que el movimiento es
circular, o más bien espiral (una espiral abierta al infinito): no puede haber
liberación social sin liberación interior, y a la vez la primera es presupuesto
de la segunda.
- Dos apuntes de Jorge Riechmann sobre Juan Gelman. Fuente: http://tratarde.org/en-la-muerte-de-juan-gelman-dos-textos-de-jorge-riechmann/ Por sugerencia de Mara Leonor Gavito.
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