28 may 2011

Pintalabios


Esta tarde en el café
te vi derrotada,
con tus labios pintados
ocultando el hematoma
de la “clase media”
de tu marido,
obrero de servicios e inmuebles,
borracho,
que la volvió a pagar contigo.
Las voces de tus hijos
que distraídos de amaneceres
solo saben pedirte más, más…
Más demacración
para la poca sonrisa que te quedaba
en este pabellón de besos perdidos,
besos tan empalagosos
como Francoise Hardy
con Il n´´y a pas dámour heureux.
Aséptico, limpio,
tomas el café
con las amigas también maquilladas,
lloronas en silencio
pero que no van a permitir que lo sepas
mientras quede algo de café caliente.
Llámalo supervivencia o costumbre.
Sonríes entumecidamente aliviada
al ver los niños que mueren en televisión,
dando gracias a Dios
por la vida que te ha tocado vivir,
limpia, también aséptica, oculta de realidad…
¿Quién la quiere?
Mientras que tengas seda, fiestas,
comida y comodidad…
Aún sabiendo que ese hematoma
nunca va a desaparecer…
Sabes el precio:
tu propia demacración
de familia trabajadora y honrada,
de parejita conseguida a la primera e hipoteca.
Y tu barra de labios
para ocultar tanta rotura,
que ordena esta vida
en casa con piscina,
dieciséis válvulas
y la tranquilidad de saber
que mañana va a ser como hoy.
Caliente en una cama
después de haberte vuelto
a violar tu marido
que llegó otra vez borracho…
Es normal,
no preguntes y píntate los labios.
Los hombres son así,
no se pueden cambiar…
Vuelves a dar gracias a Dios.

¡Oh gracias, Dios mío,
por permitirme esta vida,
por no darme un hijo maricón o drogadicto!

Te vuelve a caer otra hostia.
¡Píntate los labios!
¡Gracias, Dios mío,
gracias!

Cuuro Jiménez Melero -NG-

3 comentarios:

Roque dijo...

Desgraciadamente, Curro, la terrible normalización de estas vidas de sufrimiento anónimas es tan común como el dolor de los de abajo. Sí, hay que ponerle palabras al dolor, pero a veces esa contradicción de la que hablas no es tan elegida como forzada. Gracias por el poema.

Anónimo dijo...

Tienes toda la razón Roque. Este poema, que es uno de los que más me gusta de el cazador, habla de eso, de la normalización, de elecciones forzadas o forzadas elecciones: del miedo a estar solo, a no tener el tipo de vida que tu esperas o que esperan de tí (que muchas veces es lo mismo), de la hipocresía del individuo entre lo público y lo privado, en el amor (¿?), en Dios (¿?). Pero sí, en realidad llevo un tiempo dedicándole demasiadas palabras al dolor, te prometo algo de alegría. Gracias a tí por leerlo.

Curro -ng-

Juan Cruz López dijo...

Creo que es interesante nombrar las cosas, Roque. A pesar de la comprensión, de la empatía incluso, nombrar desvela. Gracias a los dos, siempre.