5 abr 2011

Estado de excepción


No. No soy, no existo.
Estoy sumido en una especie de aniquilamiento intermitente,
un desarraigo incontenible que acentúa mi lateralidad,
mi desapego por lo físico.

Dentro de mí nada está ya en su sitio.
Cada vez el combate es más letal y cruento.

Parapetado tras el velo de alquitrán que me protege
de lo cotidiano, en mi particular trinchera,
queda abolido el estado de excepción,
convertido hace ya tanto tiempo en hábito.

Me declaro insurrecto de mi mismo, víctima y
verdugo de una retro-alimentación que camina
hacia el empacho, hacia el colapso de una realidad
hollada por un brillo oscuro, por una belleza agresiva.

Antes del fin, desearía perforar la Luna con mi
gancho de seda, descansar en su áspera frente mientras escucho
el crepitar de tu voz contra el viento, la aniquilación irresponsable
de la palabra enmohecida por el tiempo.

Me obligaron a perder y no encontré mejor motivo para huir.
Desde tu ventana, al caer la noche, espero el momento oportuno.

Alfonso Molino

1 comentario:

Roque dijo...

El cuarto párrafo es especialmente bueno. ¿Semana poética en Nueva Gomorra?