13 jul 2010

Vidas escritas, de Javier Marías

Los libros marinos de Joseph Conrad son tantos y tan memorables que siempre se piensa en él a bordo de un velero y se olvida que los últimos treinta años de su existencia los pasó en tierra, llevando una vida insospechadamente sedentaria. En realidad, como buen marino, detestaba viajar, y nada lo reconfortaba tanto como estar encerrado en su estudio, escribiendo con indecibles dificultades o charlando con sus amigos más íntimos. Aunque lo cierto es que no siempre trabajaba en las habitaciones destinadas a ello: hacia el final de su vida se escondía en los más remotos rincones del jardín de su casa, en Kent, para garabatear papelajos, y hay constancia de que durante una semana se anexionó el cuarto de baño sin dar explicaciones a su familia, que vio muy restringido el uso de esa pieza durante aquellos días.

4 comentarios:

blumm dijo...

Hace tres veranos me lo leí en un santiamén. Andaba yo por los madriles, por los madriles en agosto. Qué delicia. Es un libro grato, divertido, con cierto morboo, bien enfocado y recomendable, muy recomendable.
Ánimo.

nueva gomorra dijo...

Sí señor, Bernard. A mí me ha gustado mucho. Quizá haga una pequeña (re)seña, pero sí, lo recomiendo.
Un abrazo.

Roque dijo...

Un gran libro. Yo lo he leído hace muy poco y me ha gustado bastante. Aunque me sepa un poco mal, es uno de los pocos libros de los que me ha recomendado mi mujer que he leído enteros.

(Espero que no se entere, je, je)

Jesús Garrido dijo...

Haz la reseña y con su resultado acordaré.