18 dic 2009

Nada permanece

El tiempo pasa, mansamente, engullendo el carnaval
de sombras. Recorre hasta el más recóndito rincón,
con su procesión de grises criaturas.
Anega cada centímetro viviente, esculpiendo
hasta la náusea su partitura de acordes mortales.

Amargo zumo que has de beber, sortilegio que se cuela
por los intersticios más estrechos.

La conciencia de su realidad destructiva, nos asalta
un buen día, sordamente, con su enjambre
de hurañas gaviotas. Brutal eclosión, que cercena
uno a uno los mágicos latidos que imprimió el sueño.

Su tibia presencia, su inabarcable y pálido espesor,
profanarán cualquier templo que ose perdurar
en los sótanos de la historia. Germen que
se forja a sí mismo, marca indeleble que traspasa
todo aquello que se cruza en su camino.

Si cometes el error de volver la vista atrás,
adivinarás su doliente figura revestida de
contundentes certezas. A partir de aquí,
sólo queda esperar el hecho consumado,
amortiguando sus zarpazos con altas dosis
de gallardía.

No te dejes envolver por la zozobra,
no intentes refugiarte en cavernas que no existen
y deléitate por fin en el cálido sabor de la derrota.

Alfonso J. Molino Delgado

2 comentarios:

nueva gomorra dijo...

Hoy todo me recuerda a Charles, será eso que dices sobre el sabor de la derrota, Moli.
Un placer, como siempre, tenerte por aquí.

Bram -NG-

nueva gomorra dijo...

Ese Moli. Gracias por seguir enviando colaboraciones. Un abrazo.