17 jul 2009

El ciclo de los ferrocarriles, un poema de Curro Cobo de Guzmán


Foto del blog Estación Esperanza


I


por entonces en aquellos andurriales se secaba el manantial de mi deseo


intenté cambiar mi sombra por un beso pero nadie comprendía que el futuro

era una enorme cucaracha devorando una montaña de café petrificado


de manera que perdí hasta la memoria y me arrastre por el andén de pasajeros


malgastando el desenfreno que cobré como adelanto


por los días venideros


II


por aquellos andurriales tropecé con tu desierto corazón deshilachado


y al mirarte me salvé de sucumbir a la estampida


al principio tú fingías

te escuché decir ‘adiós’ y en la distancia

se accionaron los sistemas de frenado

de mi indómito vagón desenfrenado


nada más descarrilar prendió un rumor de balacera en tu mirada


descubrí que aquel ‘adiós’ era el camino equivocado


la llamada que hacía tiempo que esperaba


no se cómo me colgué de tu promesa de marea arrepentida


por aquellos andurriales se aplacó mi desaliento de huracán desordenado


III


cada vez que me entregaba al desenfreno imaginaba que las horas

eran pájaros enfermos consumiendo su impaciencia

como jóvenes amantes asustados


otras veces parecía que mi deseo era un catálogo de pasos postergados


un vagón que atravesaba tu estación abandonada

derramando el corazón por la ventana


una noche de tormenta me alcanzó la balacera

y mi descarga sacudió tu balanceo de cansino rompeolas


no esperabas que la vida te sacara de paseo

y al sentir que el torbellino te vestía con caricias invisibles

no quisiste regresar a tu espesor de encrucijada


te agarraste fuerte a mí y en el umbral de tu mirada

un precipicio de saliva confundió nuestros recuerdos


IV


bajo el cálido aguacero me entregaste tu sonrisa pervertida


y en aquellos andurriales tan mojados


nos bebimos como pájaros enfermos


nos comimos como jóvenes amantes asustados


no podía imaginar que tu reflujo de marea arrepentida

se llevaba poco a poco el desenfreno


que cobré como adelanto


por los días venideros



cuando aquello se acabó ya no quisiste saber más

de aquel vagón que tropezó con tu desierto corazón

de mariposa con la lengua retorcida


tu mirada se escapaba del motín de mis palabras


y al final me abandonaste

como un sucio vertedero

terminal de madrugadas


V


desde entonces tu recuerdo me desata los zapatos


he enterrado mi pistola por aquellos andurriales

y ya no puedo disparar mis intenciones


ni siquiera regalarte una sonrisa de bolero decadente


desbordado como un río que ha bebido demasiado


me preguntó cómo haré para olvidar

aquel rumor de balacera en tu mirada.


6 comentarios:

nueva gomorra dijo...

¡Quién tuviera ese rumor de balacera en la mirada! ¡Quién la fuerza de esa estación baldía, de ese descarrilar todo presente, sin pasado! ¡Quién la fuerza de tus versos!

Un hurra múltiple por el Calderero Bretón y su poesía extrema.

Linda Durán perdida en la estación donde no hay regreso -NG-

nueva sodoma dijo...

Señor de la Rogne, nosotros sabemos cómo hacerle olvidar ese rumor de balacera del que habla. En nuestra ciudad hay cientos de lupanares llenos de bellas damas, cultísimas y orondas, a lo XVII, o afiladas y morbosas, yoncarra alguna, estilo Madrid de los ochenta. No lo dude, a pesar de lo que digan, la nuestra es una buena ciudad para vivir.

Tiene usted las puertas abiertas.

Anónimo dijo...

Si usted me lo permite, yo podria hacerle olvidar, hasta por un momento como se llama.....

me encanta

Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas....

nueva gomorra dijo...

Identifíquense, ¡pardiez!

nueva sodoma dijo...

Nosotros no somos, eh!

Anónimo dijo...

Me ha gustado muchísimo, Curro.
Yolanda