8 may 2014

Un poema de Isabel Tejada



cómo habremos de poner el oído ante una palabra
que se levanta el rato que vivimos
que es dicha antes de que se rancie
que yergue en alto su necesidad de ser comprendida
que porta antorchas a una vida oscura
que extiende sus pequeños miembros como hace la lluvia
hacia cualquier hombro ajeno
-sin que el pulso le tiemble-
para que no se le haga de noche
para que no acabe toda la noche andando desorientada
entre pedregales
como una madre que llevara en brazos un niño que llora
y no venga el silencio como un perro de caza a apretar los dientes
para que no nos encontremos a la mañana siguiente un animal
mirándonos fijamente con la boca abierta mientras jadea
y un niño muerto a los pies de nuestra cama

Isabel Tejada

1 comentario:

Helena Sasaki. dijo...

Ay, Bel, qué impresionante, impresionante...qué imagen más corpórea y más dura. Tú sabes cómo hacer que una emoción se transforme en un cuerpo caliente (Mara)